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viernes, 1 de febrero de 2013

Elogio y desprecio de la clase política


Sin representantes públicos nos ahorraríamos sueldos y algunos espectáculos bochornosos, pero perderían la representación de sus intereses y aspiraciones de igualdad los que no tienen otro medio de hacerse valer, Opinión Políticos Democracia Corrupción política Corrupción Malestar social Delitos Problemas sociales Política Sociedad Justicia.

Nos recuerdan las encuestas que este es nuestro principal problema. La misma expresión “clase política” incluye un desafecto, alude a una distancia, a una falta de coincidencia entre sus intereses y los nuestros. No es nueva esta crítica; lo novedoso tal vez sea que, gracias al poder multiplicador de los medios y las redes, la crítica ha adquirido las dimensiones de un auténtico linchamiento. Además de las causas objetivas que justifican este malestar (que van desde la incompetencia hasta la corrupción), se ha producido una constelación desfavorable hacia la política por muy diversos motivos, a veces incluso contradictorios, como es frecuente en las coincidencias reunidas en torno a la indignación: unos están seducidos por el éxtasis de la democracia directa; otros tienen aspiraciones más modestas en torno a la reforma electoral; los hay que hacen un cálculo de rentabilidad y se preocupan porque tal vez los políticos sean demasiados y ganen en exceso; otros se frotan las manos porque una sociedad con un sistema político débil les beneficia…

Cabe destacar entre las expresiones de nuestro malestar la performance de rodear el Congreso, un gesto que tiene menos sentido que la vieja ley británica que prohibía a los representantes morir en el edificio del Parlamento. ¿No habría que rodear más bien al resto del mundo —especialmente a los poderes económicos o mediáticos— para que el Parlamento ejerciera las funciones que esperamos de él en una sociedad democrática?

Que los políticos y las políticas dejen mucho que desear es una evidencia en la que no merece la pena perder demasiado tiempo. Tampoco es algo que debería sorprender a quien conozca cómo funcionan otras profesiones, ninguna de las cuales se libra de un serio repaso, con mayor o menor dureza. Ocurre, sin embargo, que esos otros oficios también manifiestamente mejorables tienen la suerte de estar menos expuestos al escrutinio público. La pregunta que yo me hago es cómo pueden encontrarse todavía candidatos para una actividad tan vilipendiada, dura, competitiva, discontinua, escrutada y poco comprendida. Estoy convencido de que, en general, los políticos son mejores que la fama que tienen. Pero el problema, adelantando un poco mi posición, no es exactamente este. Si así fuera, sería más fácil de resolver con una simple sustitución. A lo que estamos aludiendo cuando tomamos nota de la desafección política es a la crítica hacia cualquiera que esté desempeñando esa tarea (“todos son iguales”, etcétera) y aquí el problema adquiere una naturaleza más grave.

Una actitud crítica hacia la política es señal de madurez democrática, no signo de su agotamiento
De entrada, conviene advertir que la actitud crítica hacia la política es una señal de madurez democrática y no la antesala de su agotamiento. Que todo el mundo se crea competente para juzgar a sus representantes, incluso cuando estos tienen que tomar decisiones de enorme complejidad, es algo que debería tranquilizarnos, aunque solo sea porque lo contrario sería más preocupante. Una sociedad no es democráticamente madura hasta que no deja de reverenciar a sus representantes y administra celosamente su confianza en ellos.

Una buena parte de la desafección política tiene su origen en un error de percepción. En cualquier democracia asentada hay multitud de representantes políticos que realizan honradamente su trabajo, pero solo es noticia la corrupción de algunos. La sensación que nos queda es que la política es sinónimo de corrupción y no advertimos que el escándalo es noticia cuando lo normal es que las cosas se hagan moderadamente bien. Ocurre lo mismo que con los errores médicos: nunca se habla en los medios de comunicación de las operaciones bien hechas, sino las fallidas y de ahí a sacar la impresión de que los médicos lo hacen mal no hay más que un paso. Gracias a los medios de comunicación el poder se ha hecho más vulnerable a la crítica, pero su lenguaje crispado y el mensaje de fondo que así transmiten ha extendido una mentalidad antipolítica. Una cosa es desvelar la mentira, ridiculizar la arrogancia y dar cauce a las voces diferentes; pero esa insistencia en lo negativo tiende a ocultar otras dimensiones de la política tan importantes como, por ejemplo, el valor de los acuerdos o la normalidad poco espectacular de los comportamientos honrados.

Supuesto lo anterior, y sin dejar de reconocer que la mayor parte de las críticas están justificadas, propongo invertir el punto de vista y preguntarnos si tras algunas de sus versiones menos matizadas no hay una falta de sinceridad de la sociedad respecto de sí misma. En una democracia representativa están ellos porque no estamos nosotros o para que no estemos nosotros. Seguramente es cierto que a la política no van los mejores, pero eso debería preocuparnos más a nosotros que a ellos.

Es contradictorio esperar que el representante sea como nosotros, pero pedirle cualidades de élite
La crítica ritual hacia los políticos nos permite escapar de ciertas críticas que, si no fuera por ellos, deberíamos dirigirnos a nosotros mismos. ¿Tiene sentido mantener al mismo tiempo ciertas críticas hacia nuestros representantes políticos y exhibir la inocencia de los representados? Hay una contradicción en pretender que nuestros representantes sean como nosotros y al mismo tiempo esperar de ellos cualidades de élite. Es imposible que unas élites tan incompetentes hayan surgido de una sociedad que, por lo visto, sabe perfectamente lo que debería hacerse. Aquí se pone de manifiesto que el populismo es un “igualitarismo invertido”, es decir, un modo de pensar que no se basa en la creencia de que el pueblo es igual que sus gobernantes, sino de que es mejor que sus gobernantes. Si los políticos lo hacen tan mal, no puede ser que los demás lo hayamos hecho todo bien.

Hay una paradoja tras la crítica de la política que podríamos llamar “la paradoja del último vagón”. Me refiero a aquel chiste acerca de unas autoridades ferroviarias que, tras descubrir que la mayor parte de los accidentes afectaban especialmente al último vagón, decidieron suprimirlo en todos los trenes. De acuerdo, supongamos que la política no funciona. ¿Cómo se suprime a toda la clase política? ¿Quién la podría sustituir? ¿Quién mandaría en un espacio social sin formatear políticamente? ¿A quién beneficiaría un mundo así? La política es una actividad que se puede mejorar pero, sobre todo, algo inevitable. Los populismos ignoran u ocultan esta inevitabilidad; extienden la desconfianza hacia los políticos como si fuera posible que de su actividad se hicieran cargo quienes no lo son o actuando como si no lo fueran. Hay quien en el fondo tiene una aspiración de suprimir la mediación que la representación política supone: consultas sin deliberación, marcos constitucionales irrevisables, imposición sin reconocimiento, mandatos imperativos… Una cosa es introducir procedimientos para contrastar la voluntad popular o para impedir que los representantes se eternicen —participación, rotación en los cargos, prohibir la reelección— y otra pretender una superación de la democracia representativa.

En el desprecio a la clase política se cuelan no pocos lugares comunes y algunas descalificaciones que revelan una gran ignorancia acerca de la naturaleza de la política y promueven el desprecio hacia la política como tal. A estos críticos deberíamos recordarles el principio de que siempre que se impugna algo estamos en nuestro derecho de exigir que se nos diga qué o quién ocupará su lugar. Para ser razonable la crítica debe medir a quién favorece en ocasiones su desproporción. Estamos hablando de incompetencia y de este modo favorecemos que los técnicos se apoderen del Gobierno; criticamos su sueldo y justificamos así que se entregue la política a los ricos; la descalificamos globalmente y asienten con entusiasmo quienes no le deben nada a la política porque ya tienen un poder de otro tipo.

¿Hay algo peor que la mala política? Si, su ausencia, la mentalidad antipolítica, con la que se desvanecerían los deseos de quienes no tienen otra esperanza que la política porque no son poderosos en otros ámbitos. En un mundo sin política nos ahorraríamos algunos sueldos y algunos espectáculos bochornosos, pero perderían la representación de sus intereses y sus aspiraciones de igualdad quienes no tienen otro medio de hacerse valer. ¿Que a pesar de la política no les va demasiado bien? Pensemos cuál sería su destino si ni siquiera pudieran contar con una articulación política de sus derechos.

jueves, 1 de septiembre de 2011

¿Josefina?

Luego de no dar su brazo a torcer para ser nombrada candidata de su partido a la gubernatura del Estado de México y a seis meses de declarar al periodista Jorge Ramos, de Univisión: “Yo sí quiero estar en la elección interna de mi partido y es la primera vez que lo digo con tanta contundencia, con tanta claridad. Quiero estar en esta definición que se haga y que toma mi partido de cara al 2012”, Josefina Vázquez Mota marcha en la punta de las preferencias entre electores cercanos al Partido Acción Nacional.
Según una encuesta del Gabinete de Comunicación Estratégica, publicada ayer por el periódico Milenio, la exsecretaria de Educación Pública -que diera trato de domadora al SNTE, según dijo La Maestra Gordillo- encabeza la predilección de los adherentes del panismo con 39.4%, en tanto Santiago Creel, que en meses anteriores llevara la delantera, se situó en segundo lugar, con 30.3 en la porcentual.
No es poca la ventaja que la también exsecretaria de Sedesol le saca al Senador con licencia, que cuando estuvo al frente de la Secretaría de Gobernación otorgara los permisos para la instalación de las salas de juego que, luego de la tragedia del Calcino -léase Casino- Royale de Monterrey han sido tan cuestionadas. (Por cierto, no hemos leído, ni sabido, de algún pronunciamiento del licenciado Creel sobre el tema).
En la precitada encuesta, Ernesto Cordero, secretario de Hacienda, al que algunos han dado en llamar “el candidato de Los Pinos”, aparece en tercer lugar con 11.4 por ciento. Este repunte de 7.9 puntos en relación con el estudio del mes pasado realizado por la misma encuestadora -donde obtuvo 3.5%-, se infiere, es resultado de las renuncias de los aspirantes del gabinete: Félix, Lozano y Lujambio. Javier Lozano, secretario del Trabajo, que llegó a autonombrarse El Gallo Azul, al declinar hizo especial énfasis en su apoyo para Cordero.
El estudio demoscópico fue realizado el pasado martes, un día después de la declinación del maestro Alonso Lujambio -tan aplaudida por Felipe Calderón y por el dirigente del partido, Gustavo Madero-. Tal y como lo pronosticó ese mismo día en El Economista el siempre acertado Alberto Aguirre, en su columna “Signos Vitales”: “Hay quienes suponen que la presencia del Secretario de Educación en la lista de precandidatos restaba apoyos al titular de la SHCP y que su declinación servirá -paradójicamente- como detonante para un repunte de Cordero, quien en las mediciones que circularán en los próximos días ya rebasó la barrera de 10 por ciento”. Una vez más, Aguirre acertó. ¡Bingo! -para usar un término de moda-.
Así las cosas, se acorta la lista de precandidatos blaquiazules. Sólo queda un candidato del gabinete: Cordero. Se espera que Emilio González Márquez, quien aparece en último lugar de dicho estudio con un porcentaje de 7.7, muy pronto anuncie su abstención en esta lucha partidista. Si lo hace, en su lenguaje dirá: “Mi candidatura a la Presidencia me vale madres”.
Se vislumbran tres, debieran ser dos, pero todo apunta a que serán tres finalistas en la contienda interna del PAN. Por ningún lado se ve que Santiago o Josefina, los punteros, se bajen. La obstinación de Felipe Calderón por tener un gallo propio dejará al actuario Cordero en el elenco. Aun en el supuesto caso de que los casi 8 puntos de González Márquez se vayan íntegros para el favorito presidencial. ¿De dónde sacará Ernesto Cordero 11 puntos para igualar a Creel en el segundo lugar?
De los tres enlistados es Santiago Creel el menos cercano -por decirlo suavemente- a la voluntad del actual Mandatario. ¿Sacrificará Calderón a Cordero para darle fuerza a Josefina? La lógica indica que así debería ser.
Inclusive, se ha llegado a especular sobre la manera tan cálida en la que el Ejecutivo se refirió a la coordinadora parlamentaria de su partido en la reciente reunión que tuvo con los legisladores del PAN, en Morelia, Michoacán: “A ti, en lo personal y en lo político, en lo institucional, como amigo, como compañero y como compañero y amigo -es la expresión que usamos en Acción Nacional- te agradezco mucho todo lo que has hecho por el PAN y por México y mucha suerte en todos tus proyectos. Muchas gracias, Pina”. Aunque Josefina negó que las palabras del Presidente dirigidas a su persona fueran una muestra de preferencia hacia ella, quedó la percepción en los observadores y analistas de que Calderón marcó doble en la quiniela partidista: si Cordero no levanta -cosa harto probable-, ahí está la señora Vázquez Mota. Cuenta con el apoyo de Roberto Gil Zuarth y, hasta donde sé, lleva una magnífica relación, desde tiempo atrás, con doña Margarita Zavala.
Faltan poco menos de 11 meses para la elección del 2012, pero de momento Josefina Vázquez Mota está en la cumbre de las preferencias de los adherentes del PAN. Respondo a los dos cuestionamientos con los que encabezo mi columna: ¿la alcanzarán? Pienso que no. El tema de los casinos va a repercutir negativamente en la postulación de Santiago Creel, su más cercano contendiente; de persistir en sus intenciones, Ernesto Cordero no le sirve ni para el arranque. Ahora bien, me la imagino candidata del PAN en el 2012 pero, sinceramente, veo muy difícil que esto le alcance para ser la primera mujer Presidente de nuestro país.

Renuncia de Larrazabal

Tempestad a la vista para el alcalde de Monterrey, Fernando Larrazabal. El motivo: su hermano de nombre Jonás, a quien el cotidiano Reforma puso en evidencia al publicar fotografías en las que se le ve recibiendo dinero en efectivo de al menos tres casinos, sin que hasta el momento se sepa si éstos eran de la cadena Caliente o de la otra -Ardiente-. Según la nota, existen tres videos y decenas de fotografías donde se le ve en las mesas de juego -razón por la cual lo llamaremos el hermano in-comodín- recogiendo dinero en efectivo. Los videos del hermano del alcalde regio documentan lo que aparenta ser un cobro periódico a los casinos. De las tres grabaciones existentes, la más reciente es del viernes 19 de agosto, apenas seis días antes del ataque contra el Casino Royale.
El gobernador de Nuevo León, Rodrigo Medina, anunció una investigación ante la Procuraduría General de Justicia estatal para determinar si los casinos de Monterrey operan con prácticas corruptas, después de reconocer que conoce el material donde se ve al hermano del edil recibiendo dinero en casas de apuestas. (¿No le parece suficiente evidencia al Góber Visitante -le dicen así porque vive en Estados Unidos desde donde se desplaza a su estado los días de trabajo- los videos para, en primera instancia, pedir la consignación, más que la investigación, del presunto corrupto. Mientras se inician las investigaciones va a volar el angelito, tal como ya lo hizo Raúl Rocha Cantú, dueño del casino donde perdieron la vida 52 personas). Más tarde, en conferencia de prensa, Fernando Larrazabal expresó que los ciudadanos fueron quienes lo eligieron alcalde y que “este puesto no se comparte con ningún amigo -de lo ajeno- ni con ningún miembro de la familia. El día de hoy publican fotos de mi hermano Jonás, tomadas en alguno de los casinos que seguramente mi administración ha clausurado en los últimos días. Mi hermano tendrá que aclarar las dudas que surjan de este evento ante cualquier autoridad que lo requiera”.
Por lo pronto, según fuentes que tenemos en la ciudad norteña, el 3dil va a renunciar, no a la Presidencia municipal sino a la familia Larrazabal, de la que no quiere saber nada.
Oí por ahí
El chiste me lo contaron hace tiempo. Me acordé de él cuando oí hablar de pirómanos.
Un tipo va a confesarse. Se pone de rodillas frente al sacerdote y le dice: “Padre, me acuso de que soy piromaniaco”. “¿Piromaniaco? ¡No! -exclama el cura al tiempo que se sacude la sotana de la que surgen llamas- ¡Eres un hijo de la chingada!”.

Terrorismo

Entre el terror y la náusea

El crimen múltiple da escalofrío. Lo que hay detrás da asco. Primero, horroriza no sólo la estadística de los 52 muertos, sino su infierno de llamas y humo. Pero, sobre todo, llena de rabia el saber que una tragedia así era absolutamente evitable. Y no hablo sólo de las cerradas salidas de emergencia. No. Lo que hay que discutir son las que, en estos años recientes, generaron un escenario tan violento y maloliente: “Señoras y señores, con ustedes ¡el terror!”
Ya el propio presidente Calderón calificó de “verdaderos terroristas” al grupo de criminales que estremeció Monterrey, sacudió a la nación y escandalizó al mundo. Así que se reconoce ya una etapa de colombianización a la mexicana en la que el terror puede estallarnos en la cara en cualquier lugar y en cualquier instante. Con la diferencia de que allá el gobierno estaba consciente de librar una durísima batalla y el de aquí insiste en que vamos ganando la guerra. Aunque a ese optimismo oficial se opongan las cifras y datos incontrovertibles: 50 mil muertos, 30 mil desaparecidos, más de 100 mil desplazados y un México secuestrado por el miedo.
Pero lo que provoca no sólo indignación sino náuseas extremas es la cadena de corrupción y complicidades que se inició con Vicente Fox como presidente y Santiago Creel en Gobernación. Ambos repartieron 450 concesiones de casinos a diestra y siniestra, siempre buscando una complicidad con los poderes fácticos y sin importarles el terreno minado que estaban sembrando.
¿O de verdad nadie le dijo a Felipe Calderón que los casinos, además de esquilmar a los jugadores —sobre todo mujeres—, son las grandes lavanderías de los cárteles de la droga, que llegan con maletas de billetes sucios y salen con cheques limpísimos luego de un moche de 15%? ¿Qué son, por eso, territorios disputables a sangre y —como se vio— fuego?
Hay, además, gravísimos daños colaterales que se añaden a la violencia nuestra de cada día. El más alarmante es un México dividido y hasta confrontado: de un lado los “patriotas” que se suman sistemáticamente a todas las decisiones oficiales y ahora piden que se intensifique la guerra y se aprueben las reformas a la Ley de Seguridad Nacional tal cual la envió el Presidente; del otro los “apátridas” que hemos cuestionado el método oficial —que nunca ha llegado a estrategia— y esa propuesta de ley que lo único que pretende es legitimar la militarización del país.
Yo, la verdad, no creo que la espiral de violencia se vaya a detener con el envío de otros tres mil federales a Nuevo León ni con la aprobación fast track de una ley más que cuestionable, ni siquiera con la desconexión efectista de miles de maquinitas esquilmadoras. En cambio, sí ayudaría que el gobierno nos diga quiénes y en qué proporción se benefician con los casinos de este país, con toda su cauda de corruptelas. Y luego tener el valor —como lo tuvo Lázaro Cárdenas en su tiempo— de cerrarlos y convertirlos en escuelas. No sobraría tampoco anteponer la inteligencia a la violencia no sólo para desarticular financieramente a los grandes capos, sino para limpiar la casa detectando, expulsando y juzgando a quienes en nuestros órganos castrenses, policiacos y de justicia están en la nómina del narco.
En cualquier caso, y como acaba de exhortar el rector de nuestra UNAM, es urgente un acuerdo nacional contra el crimen organizado en el que participen todos los poderes y los grupos ciudadanos. Y yo añadiría que el único eje convocante posible en estos momentos es el propio documento emanado de nuestra UNAM: una Propuesta sobre Seguridad y Justicia en Democracia que es la única alternativa realmente integral, que ha sido muy bien recibida por legisladores de diversos partidos y que no merece el menosprecio interesado de algunos, por el hecho de provenir de una escuela pública, aunque se trate de la más alta del país.
Ojalá no sea el caso del presidente Calderón, quien argumenta el seguimiento puntual del crimen múltiple de Monterrey para posponer la anunciada reunión con el rector Narro. Y yo que había pensado que ese encuentro era más necesario que nunca.

lunes, 29 de agosto de 2011

Jacobo

El estado que guarda el país exige una disculpa, no un informe, señor Presidente Felipe Calderón.
El jueves pasado marca la debacle de toda la estrategia de lucha contra la delincuencia. En el mismo día un periodista de Sinaloa es ejecutado de un tiro en la nuca y 52 personas mueren en Monterrey por un ataque de la más desafiante crueldad a un garito corrupto. Se combate en todos los frentes. Como si se hubiera planeado, la violencia crónica asciende a violencia crítica precisamente ocho días antes del informe. Basta de triunfalismos ridículos ante la pavorosa realidad que ha puesto a México, desde hace cinco años, en el camino de una agonía terminal. Es hora de ofrecer disculpas y asumir responsabilidades. Basta de reuniones inútiles y atoles con el dedo. Si la Constitución obliga a presentar un informe sobre “el estado general que guarda la administración pública”, habrá que ofrecer disculpas no sólo por declarar una guerra sin saber las características del enemigo, sino por fallar en todas las ramas de la mentada administración.
No cabe el mínimo alarde de vanagloria por nuestra situación económica. El sexenio empezó con un dólar a nueve pesos, más o menos, subió hasta 15 y se ha mantenido en 12 y pico, una devaluación de 30%. El producto interno bruto en estos 10 años promedia 1%. Otros países latinoamericanos, Chile, por ejemplo, crecerá este año 6%. La Encuesta Nacional de Ingreso Gasto de los Hogares 2010 revela una baja de 27% de las remesas del exterior, equivalente a medio millón de familias que perdieron ese sustento. La inversión directa extranjera en el primer semestre de este año cayó 32.6% respecto al mismo periodo de 2010, según datos oficiales. El desempleo agobia a dos millones 700 mil adultos desesperados.
Después de cinco años y más de 40 mil muertos y números incalculables de secuestrados, mutilados, desaparecidos y desplazados, se puede alegar que sin la guerra contra la delincuencia el saldo trágico sería mayor, presunción indemostrable, porque lo real es la extensión del problema a todo el país y el aumento constante de bajas humanas, el incremento del tránsito de la droga hacia los Estados Unidos y el de su consumo en México. Aparte del daño al Ejército: se le ha perdido el respeto que muchos mexicanos le tenían. Otro daño colateral, el desplome de los centros turísticos. Acapulco es una ruina.
El despilfarro del dinero público alcanza niveles sin precedentes. El gasto en publicidad oficial satura todos los medios, especialmente los más influyentes y poderosos, y supera el de cualquier producto de la iniciativa privada, como refresco o dentífrico, cuya venta depende de los anuncios. Este exceso, unido a la corrupción y la ineptitud, aborta obras tan estrafalarias, inútiles y absurdas como esa megapaleta Mimí, conocida también como Estela de Luz, que con el mazacote de los senadores está en el lugar más inadecuado del mapa urbano.
Sería de agradecer una explicación detallada de la peculiar manera de invertir en adefesios nuestros escasos caudales, apremiantes para la satisfacción de necesidades básicas de millones de miserables.
En el siglo panista primero fue la farsa y luego la tragedia. Observamos con asombro a los únicos líderes, las únicas figuras, los únicos personajes, sin excepción, surgidos en esta década: padres que enterraron a sus hijos asesinados por criminales. Isabel Miranda de Wallace, Alejandro Martí y Javier Sicilia son símbolos de una sociedad agraviada, indignada ante la injusticia, la violencia ilimitada y la impotencia general en medio de una catástrofe compartida. La herida abierta de estos tres compatriotas nos duele a todos. La desgracia los convierte en héroes. Su voz es la de un México cuya capacidad de tolerancia y sufrimiento está puesta a prueba.
Así llegamos al Informe. El jueves un propio entregará a los diputados algunas cajas de cartón llenas de papeles. Al día siguiente los habituales ocuparán sus pupitres en el Auditorio Nacional para aplaudir, cada vez que una coma lo provoque, el Informe del Presidente Calderón. La televisión y la radio amelcocharán la ceremonia y los periódicos dedicarán sus planas primeras y editoriales al detalle y análisis de las lecciones del Jefe del Ejecutivo. La orgía del spot y el ditirambo hasta el hartazgo.
El año que entra elegiremos su sucesor. El semanario “The Economist” pronostica que el PAN no sólo perderá sino que descenderá al tercer lugar. El veredicto de los mexicanos será de castigo. Ante tantos palos de ciego ofrecer disculpas no basta y nada soluciona. Pero sería un gesto inesperado de humildad y franqueza que justificaría el presupuestado aplauso final.